jueves, 15 de enero de 2015

DOS POEMAS DE CONSTANTINO MOLINA

 
CONSTANTINO MOLINA (Albacete, 1985)


 
DE LA SERVIDUMBRE
 
El pájaro doméstico,
en su pequeña celda,
nunca conocerá temblor de rama
que sostenga el encanto de su trino.
 
Canta, 
tan orgulloso como acostumbrado,
la villanía
de renombrar su servidumbre.
 

 
EL CORAZÓN DEL MÁRMOL  
 
Este trozo de mármol que ahora observo
descansaba en el sueño soterrado
de unas colinas próximas a Roma.
 
Ya entonces, muchos siglos
antes de que naciera su escultor,
en la entraña del monte,
Plutón y Proserpina se enzarzaban
en su lucha insistente.
 
Las manos de su autor
no eran de hueso y carne todavía,
y el corazón del mármol ya tomaba
la forma de los cuerpos.
Ya los dedos se hincaban en el muslo
y ondulaba el cabello en movimiento.
 
Fue al pasar cientos de años
cuando alguien acabó por escuchar
el corazón del mármol:
allí donde la piedra se hace carne
y, al contrario, la carne se hace piedra.
 
Y fue entonces así
que un pequeño cincel siguió el dictado
latente de la roca,
que vieron luz los miembros y los gestos
ya para siempre eternos de aquel mito,
y que el pulso dinámico del tiempo,
mientras todo seguía siendo bello y cruel,
se llevaba de nuevo las manos de Bernini
hacia el polvo infinito de la nada.